SUPERPOBLACIÓN: ¿Qué humanos sobran en el planeta? Por Ana de Lacalle.

El hecho de considerar la “superpoblación” un problema me genera grima, me pone el vello como un escarpelo y me lleva a tener una serie de datos presentes, tras los cuales plantearé algunas cuestiones:

  • El número de habitantes del planeta en el año 2020 era de 7 800 124 000, por debajo de las previsiones que años atrás se habían realizado.
  • La distribución demográfica varía y el indicador más relevante, en este sentido, sería la densidad de población.
  • Para equilibrar una densidad de población excesiva los estudios demográficos hablan de la población óptima o número de población humana ecológicamente sostenible.
  • En este sentido se creó Population Matters (Cuestiones Demográficas o Asuntos de Población), anteriormente conocido Optimum Population Trust (OPT) (Organización para la población óptima o Fundación Población Óptima), es una asociación sin ánimo de lucro con sede en el Reino Unido que promueve la reflexión sobre el impacto del crecimiento de la población en el medio ambiente, específicamente en lo relativo a los recursos naturales y energéticos, el cambio climático, la biodiversidad y otros factores ambientales.[1]

Bien, con esta información rudimentaria resultado de estudios demográficos de relieve, me hierve una primera cuestión: el término superpoblación implícitamente indica que hay humanos que sobran, por las razones que sean y que probablemente irán más allá de la buena voluntad de tener un planeta ecológicamente sostenible.  El reparto desigual de la población responde a razones políticas-económicas de usurpación de recursos naturales y de condenar a determinadas zonas a la pobreza y supervivencia y, por ende, a la penuria cultural en aspectos científicos que les sitúan en desventaja respecto de los países más ricos.

La tradición occidental ha tendido a situar el problema de la superpoblación en África -continente, curiosamente, condenado a las guerras perpetuas y en las que actualmente nadie se siente llamado a intervenir- y en Asia. Este último continente, al cual también han azotado guerras interminables, tiene en los últimos años a la China como una superpotencia emergente que está poniendo límites al aumento exponencial de la población y a las injerencias occidentales en su desarrollo y política económica. Lo que destaca es que los cambios en los hábitos y las formas de vida de los países occidentales han repercutido en un frenazo en la tasa de natalidad, no por una voluntad de contribuir a la disminución de la población, sino porque lo que se considera imprescindible para vivir satisfactoriamente exige un gasto económico notable y menos compromisos que limiten la libertad del individuo para ser feliz, o dicho de otra forma disponer de tiempo para consumir esa supuesta felicidad.

Así, parece que el problema del sobrante de humanos se centra en las zonas del planeta, ciertamente más pobladas, que coincide con los países más pobres y donde los recursos para el control de la natalidad es casi un lujo. Esta situación, aunque pueda parecer maquiavélico, entiendo que promueve esas teorías conspiratorias que interpretan determinados acontecimientos mundiales -como el sida, el ébola o la pandemia del covid19- como estrategias para eliminar de un plumazo población sobrante.

Al margen de lo que en algunas de ellas pueda haber de verosímil o no, los hechos constatados es que este tipo de epidemias acaban arrasando con un porcentaje considerable de esas zonas superpobladas y que, de alguna manera, contribuye a la disminución del exceso demográfico.

Aunque los demógrafos hagan estudios exhaustivos contemplando la dependencia de variables como superpoblación, pobreza, falta de recursos científico-médicos, de condiciones dignas de vida, las políticas de los países más aventajados, y más desde que las migraciones se han vuelto una pesadilla, se enrocan en aportar cantidades insuficientes de recursos a esas zonas y en intentar endurecer cada vez más los desplazamientos hacia sus países -ya sea por personas refugiadas, migrantes económicos,…- Solo hace falta recordar la cantidad de personas que en sus intento de acceder a Europa han perdido la vida en los últimos años,[2]para constatar que estamos ante un problema humanitario grave y que escudarnos en la superpoblación es una forma hábil de eludir el auténtico problema que es la distribución desequilibrada de la riqueza a nivel planetario. Lo cual no excluye que un mundo sostenible ecológicamente no tenga un nivel óptimo de población y no requiera de un compromiso por parte de todos los países que poseen los recursos para ello de frenar el crecimiento. Lo paradójico es que la mayoría de los que tienen medios culturales y científicos para hacerlo lo han hecho por evolución involuntaria, en la medida en la que las personas han buscado el equilibrio entre sus rentas y sus gastos para poder vivir como se espera en un mundo globalizado económicamente bajo los designios del capitalismo.

Así que, tras esta reflexión, retornamos casi al inicio ¿quién sobra en el mundo cuando en occidente hablamos de superpoblación? Prefiero obviar la respuesta que tal vez erróneamente intuyo y que me paraliza hasta las funciones metabólicas.


[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Population_Matters

[2] https://migrationdataportal.org/es/data?i=stock_abs_&t=2020

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